jueves, 5 de octubre de 2023

Que nadie coma el pan del otro

El hombre vive cerca de la “Sociedad Rural Argentina”, durmió con el aire acondicionado porque fue una noche de mucho calor. Se levantó a las 6 de la mañana, porque es un hombre de campo aunque hace casi un año que no visita su estancia. Su sirvienta le sirvió un suculento desayuno que él ni agradeció. Luego, leyó La Nación, el Buenos Aires Herald, la revista El Federal y a todo esto se le hicieron las 11 de la mañana. Se sacó su bata, se puso el disfraz de gaucho (ese vago que sus antepasados persiguieron y él ahora reivindica porque hoy no es más que una metáfora de la antigüedad campera) y salió para el restaurante de la esquina.
Allí, como buen hombre de campo, pidió una ginebra que pagó en dólares, habló con algún que otro colega campesino de su ganado, del precio de la soja, de los impuestos elevados y de la peonada que “hay que tener cortita y no pagarle demasiado para que no se crean igual que uno, che!!!”.
El puestero de su estancia también se levantó ese día a las 6 de la mañana sin poder dormir muy bien por el calor y los mosquitos, tomó unos mates amargos y salió a recorrer el campo, trabajo que hace todos los días con calores de 39 grados en verano, fríos bajo cero en invierno, lluvias, temporales, gripes y otras yerbas.
A veces piensa porqué las vacas son del patrón si el que las crió fue él, porqué la ganancia de la soja le pertenece al que no la sembró ni la cosechó. En fin, esos pensamientos que hacen que el patrón los tenga cortito para que no se crean igual que uno, che!!!”.
Este domingo el patrón va a ir a misa, el cura va a leer al apóstol Pablo: “El que no quiere trabajar que tampoco coma”, y se va a referir a los cartoneros, a los villeros y los que cobran el plan trabajar. Todos vagos. Ninguno quiere trabajar. Entonces ¡Que no coman!.
Sin embargo, ¿Qué hizo el patrón de nuestro cuento hoy? Probablemente menos que el que recibe el subsidio.
El que no quiere trabajar, que tampoco coma
O “que nadie coma el pan del otro”
(2 tesalonisenses 3:10)
El escritor y teólogo Claudio Cruces nos estimula a pensar en esta narrativa, sobre las muchas veces, que equivocadamente juzgamos con ligereza al pobre 

3 comentarios:

  1. Gracias por esta publicación ,nos ayuda a ver la realidad, a reflexionar sobre nuestra propia vida y entender que la peor pobreza es la de nuestro espíritu
    Muchas veces esa persona a la que llamamos "pobre" nos supera en sabiduría porque necesita muy poco para ser feliz

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  2. Muy buen texto Claudio. Para que nos recuerde a todos de que lado está cada uno. Del que trabaja para comer p del que come del trabajo ajeno.

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