Recuerdo cuando éramos
chicos nuestros padres esperaban ansiosos la llegada de alguna carta de sus
familiares, de aquellos que Vivían en Buenos Aires o de otros parientes del
campo.
Abrir esa correspondencia
era para la familia todo un acontecimiento, nos reuníamos todos en el
dormitorio de mi madre en la chacra y ella la leía, en ocasiones solía detener
su lectura porque se emocionaba, en esas líneas escritas con lapicera azul los
familiares nos contaban sus logros y vivencias; pero también dejaban claro el
motivo que tenían para escribirnos, estaba basado en el profundo amor que sentían
por nosotros; lo mismo sucedía para con ellos cuando era mi madre la que escribía
la misiva
Siempre recuerdo la frase
final de cada carta
¡¡¡Que Dios te bendiga
hermana!!!
Que distintas son algunas
frases que hoy leemos y hasta le colocamos “Me gusta” en las redes sociales;
Una muy comentada decía “Nunca esperes nada de nadie” Que tristeza llegar
aprobar algo así y peor aún asimilarlo como real; seria vivir sin esperanzas,
no creer en nada ni en nadie…
Autor Nestor O Salgado
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