viernes, 3 de abril de 2015

El caminante que era millonario

Hace pocos días un amigo periodista trajo a mi memoria el recuerdo de una persona caminante*que con su atado de ropas y cacharros de cocina  cargados sobre su espalda detuvo su caminata en los terrenos del ferrocarril (en esa época aun llegaba el ferrocarril carguero a Casbas) Allí desarmo su mono y saco varios elementos, note que eran pinceles y cepillos hechos en forma artesanal por el hombre con cerdas de caballos y alambres, estaban muy bien realizados, yo era muy pequeño en ese entonces y a lo único que atine fue a saludarlo y convidarle un caramelo, lo tomo y me agradeció el gesto.
Charlamos un rato y seguí camino feliz.
Lo que desconocía es lo que mi amigo periodista Jorge Lopez me relato sobre este noble anciano, cuya única riqueza era en el momento que lo conocí su talento para construir esos cepillo, que si los vendía le permitirían comprar algunas mercaderías para poder alimentarse y proseguir viaje y esa historia era que este hombre había sido en su pasado un prospero comerciante, que un día retorno de un viaje de negocios y se encontró que su socio se había marchado con todas las joyas de la joyería que tenian en sociedad y con su propia esposa.
Fue traicionado por las personas más cercanas y queridas, eso turbo su mente, nunca aparentemente pudo superarlo.
Seguramente ese hombre prefirió, antes de tomar venganza y cobrarse la ofensa aprender un nuevo oficio. La artesanía seguramente le permitía amorosamente crear algo útil para si mismo y para la comunidad; había tenido todo en esta vida y ahora solo se tenia a si mismo: A

un recuerdo su sonrisa cuando tomo el caramelo que le ofrecía, sin saberlo, quizás lo reconcilie un poco con el ser humano.
Era un hombre humilde y Dios seguramente cuidaba su camino.
 Porque el que se exalta sera humillado, y el que se humilla sera exaltado. Mateo 23:12
*(Croto)